viernes, 17 de junio de 2011

INVIERNO EN PLENO VERANO


Las lágrimas se le escapaban de la alegría, y yo lo comprendía muy bien. Había echado tanto de menos el invierno que volver a sentir aquel soplo de viento acariciando su rostro era mejor que sacarse un peso de encima. El agarre que había dejado el último día de lluvia desapareció por completo de su corazón, haciéndola olvidar por una milésima de segundo cualquier temor de poder acabar dañada. Miraba hacia las montañas, risueña, perdiéndose en cada uno de sus picos coronados por algodón de azúcar. Y aquella satisfacción nadie se la podría arrebatar, estaba tan dentro suya que podía llegar a respirarla, a sentirla bien adentro de sus pulmones adheriéndose a cada una de las paredes y de las palabras aún por decir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario