La historia jamás cambiará a causa de políticas, de conquistas, de teorías o de guerras. La historia cambiará cuando podamos usar la fuerza del amor sin mirar razas, color, nivel social. Siempre teniendo en mente que: En esta tierra todos somos iguales.
lunes, 14 de noviembre de 2011
domingo, 13 de noviembre de 2011
sábado, 29 de octubre de 2011
viernes, 21 de octubre de 2011
Algún dia vas a ver que yo fui una de las pocas personas que siempre estuvo con vos. Algún dia vas a pensar en mi y me vas a extrañar. Vas a necesitar alguien de verdad al lado tuyo y te vas a dar cuenta que te importaron otras cosas. Algún dìa me vas a necesitar y recièn ahìquizàs valores un poco todo lo que fui con vos.
Los peores sentimientos del mundo
El sentimiento de irte a dormir, y que las lagrimas te ganen
El sentimiento de pensar que estas sola y perdida en el mundo
El sentimiento de mirar a la persona que amas sabiendo que el no te ama
El sentimiento de que te digan que no sienten lo mismo o verla con otra
El de tanto llorar y llorar para tí mismo
El de odiar amarlo
El sentimiento de ser olvidado, el de no tener un amigo que te respete y sentir que no sos nada en el mundo
COMO MIERDA QUIEREN QUE LE PONGA FELICIDAD A LA VIDA CUANDO TENGO TODOS ESTOS SENTIMIENTOS JUNTOS?!
Si te limitas a ignorar tus sentimientos, nunca llegarás a saber qué podría haber pasado, y en cierto modo eso es peor que enterarse de que te habías equivocado de buen principio. Porque si te equivocas, puedes seguir adelante sin volver la vista atrás y sin preguntarte qué podría haber pasado.
Que loco como pasa el tiempo no? como se van las personas, hoy miras a tu alrededor y todos te aman todos estan, te dicen que se quedan, que no le faltes, que te quedes, que lo abraces, y pasa un tiempo y se alejan hasta un punto de ya no hablarse y como es posible pasar por al lado de alguien que después de vivir no importa si muchos, pero momentos, no importa si uno o dos o muchos momentos lindos ni te salude o simplemente un hola con falsedad y siga con otras personas que sabes que les va a hacer lo mismo y siempre es lo mismo y siempre sacamos y metemos personas en nuestras vidas como paquetes . porque no podemos saludarnos todos? llevarnos bien? amarnos todos? si vivimos en el mismo mundo, nos vemos la cara más de una vez, porque existe falsedad? porque hay personas que estan tristes y se golpean se odian? porque se necesita hacer una entrada para que alguien lo piense?
Que loco como pasa el tiempo no? como se van las personas, hoy miras a tu alrededor y todos te aman todos estan, te dicen que se quedan, que no le faltes, que te quedes, que lo abraces, y pasa un tiempo y se alejan hasta un punto de ya no hablarse y como es posible pasar por al lado de alguien que después de vivir no importa si muchos, pero momentos, no importa si uno o dos o muchos momentos lindos ni te salude o simplemente un hola con falsedad y siga con otras personas que sabes que les va a hacer lo mismo y siempre es lo mismo y siempre sacamos y metemos personas en nuestras vidas como paquetes . porque no podemos saludarnos todos? llevarnos bien? amarnos todos? si vivimos en el mismo mundo, nos vemos la cara más de una vez, porque existe falsedad? porque hay personas que estan tristes y se golpean se odian? porque se necesita hacer una entrada para que alguien lo piense?
martes, 18 de octubre de 2011
viernes, 7 de octubre de 2011
No, un recital no es “sólo un recital” para mí. Para mí un recital conlleva a ver en vivo en un estadio/teatro al artista (o artistas) que uno admira.
Es un proceso que va desde la emoción que surge al enterarse de un tour y que tu país esté incluido en éste, hasta semanas después de la gran noche del esperado concierto.
Es el estar pendiente de ver cuándo salen a la venta las entradas, es sentir ese nerviosismo durante la compra de que no haya en el lugar que uno quiere, es sentir esa gran satisfacción al saber que ya está, la compra esta hecha.
Es esperar con ansias sobrenaturales a tener ese papelito que es el pase a la felicidad y, cuando la entrada está en nuestra mano, decir “la puta madre, ¡voy al concierto!”; porque ahora ya es oficial, la entrada está en tus manos, vas o vas al concierto. Nos tomamos un tiempito para admirar ese papelito rectangular, ese papelito que cuidamos de todo y de todos.
Ya empezamos a contar el tiempo que falta para el gran día y que, generalmente, lo contamos en días. Porque uno busca autoconvencerse de que sólo faltan días, no meses, ¡días! Y esa emoción hace que le rompamos las bolas a todo ser viviente con el tema concierto, hasta al pez y al perro le hablamos sobre eso. Pero es que… ¡faltan días! Ponemos nuestra imaginación a full pensando en qué pasará, qué canciones podremos escuchar, o… ¿lo/s podremos tocar?, ¿nos notará/n? Sueños locos, tan locos que sería loco que se hicieran realidad; pero no importa, es lindo sentir que eso podría llegar a pasar.
Y cada vez es menos tiempo el que falta… Los días parecen eternos pero, cuando menos nos damos cuenta, faltan sólo semanas, una semana, ¡días! (y sí, ahora, realmente, faltan días). Ahora toda la emoción y todas las ansias se multiplican por mil; no hay manera de pararnos.
Ya a un día del concierto, no podemos más. Venimos contando cuántos días faltan desde que eran ochentaypico (o más) y ahora es uno, un día, 24 horas. Sentimos nervios, queremos que el concierto sea ya, queremos vivir eso por lo que hemos estado esperando por tanto tiempo. De una, no dormimos esa noche o, si lo hacemos, es durante unas horas entrecortadas.
Y ya el día del concierto, la noche del concierto, más emocionados no podemos estar. Toda esa cantidad de gente que va llegando al estadio/teatro está ahí por la misma razón que nosotros. Una figura aparece en el escenario y el corazón nos late a mil mientras que, automáticamente, una sonrisa se nos forma en el rostro. Cantamos esas canciones tan sabidas y, entre gritos y luces de las cámaras y demás objetos luminosos, se nos pasa el concierto. Y se nos pasa rapidísimo. Escuchamos que comienza esa canción, esa que, sabemos, es la última canción y chau; pero no queremos pensar en eso, tratamos de disfrutar mucho más esos minutos que quedan…
Ya no hay nadie en el escenario, los reflectores ya están apagados. Oficialmente ha terminado el concierto. Y nos quedamos ahí, observando cómo la multitud empieza a irse, cómo empiezan a guardar los instrumentos, cómo otros hacen lo mismo que nosotros: observar. Apenas ha terminado y ya estamos nostálgicos, pero también estamos demasiado felices.
Salimos en modo automático, estamos en una especie de shock. Pero la puta madre, el concierto fue asombroso, eso no nos cansamos de decirlo. Y lo repetimos los días posteriores al recital.
Pero la depresión post-concierto nos está pegando fuerte. Vemos videos, vemos fotos, y nos acordamos. Deseamos ahora más que nunca tener una máquina del tiempo para revivir todo de nuevo, realmente queremos hacerlo. Queremos, pero sabemos que no podemos. Nos deprime saber que ya pasó, que ya no tenemos nada que esperar y volver locos a los demás, pero nos alegra saber que nosotros estuvimos ahí, entre todos esos locos gritones viendo a ese músico o a esa banda que tanto nos gusta, esa/s persona/s que nos trae un poquitito de alegría a nuestra vida con su música.
… Y esperaremos hasta el próximo anuncio de fechas del tour, para vivir todo nuevamente.
Es un proceso que va desde la emoción que surge al enterarse de un tour y que tu país esté incluido en éste, hasta semanas después de la gran noche del esperado concierto.
Es el estar pendiente de ver cuándo salen a la venta las entradas, es sentir ese nerviosismo durante la compra de que no haya en el lugar que uno quiere, es sentir esa gran satisfacción al saber que ya está, la compra esta hecha.
Es esperar con ansias sobrenaturales a tener ese papelito que es el pase a la felicidad y, cuando la entrada está en nuestra mano, decir “la puta madre, ¡voy al concierto!”; porque ahora ya es oficial, la entrada está en tus manos, vas o vas al concierto. Nos tomamos un tiempito para admirar ese papelito rectangular, ese papelito que cuidamos de todo y de todos.
Ya empezamos a contar el tiempo que falta para el gran día y que, generalmente, lo contamos en días. Porque uno busca autoconvencerse de que sólo faltan días, no meses, ¡días! Y esa emoción hace que le rompamos las bolas a todo ser viviente con el tema concierto, hasta al pez y al perro le hablamos sobre eso. Pero es que… ¡faltan días! Ponemos nuestra imaginación a full pensando en qué pasará, qué canciones podremos escuchar, o… ¿lo/s podremos tocar?, ¿nos notará/n? Sueños locos, tan locos que sería loco que se hicieran realidad; pero no importa, es lindo sentir que eso podría llegar a pasar.
Y cada vez es menos tiempo el que falta… Los días parecen eternos pero, cuando menos nos damos cuenta, faltan sólo semanas, una semana, ¡días! (y sí, ahora, realmente, faltan días). Ahora toda la emoción y todas las ansias se multiplican por mil; no hay manera de pararnos.
Ya a un día del concierto, no podemos más. Venimos contando cuántos días faltan desde que eran ochentaypico (o más) y ahora es uno, un día, 24 horas. Sentimos nervios, queremos que el concierto sea ya, queremos vivir eso por lo que hemos estado esperando por tanto tiempo. De una, no dormimos esa noche o, si lo hacemos, es durante unas horas entrecortadas.
Y ya el día del concierto, la noche del concierto, más emocionados no podemos estar. Toda esa cantidad de gente que va llegando al estadio/teatro está ahí por la misma razón que nosotros. Una figura aparece en el escenario y el corazón nos late a mil mientras que, automáticamente, una sonrisa se nos forma en el rostro. Cantamos esas canciones tan sabidas y, entre gritos y luces de las cámaras y demás objetos luminosos, se nos pasa el concierto. Y se nos pasa rapidísimo. Escuchamos que comienza esa canción, esa que, sabemos, es la última canción y chau; pero no queremos pensar en eso, tratamos de disfrutar mucho más esos minutos que quedan…
Ya no hay nadie en el escenario, los reflectores ya están apagados. Oficialmente ha terminado el concierto. Y nos quedamos ahí, observando cómo la multitud empieza a irse, cómo empiezan a guardar los instrumentos, cómo otros hacen lo mismo que nosotros: observar. Apenas ha terminado y ya estamos nostálgicos, pero también estamos demasiado felices.
Salimos en modo automático, estamos en una especie de shock. Pero la puta madre, el concierto fue asombroso, eso no nos cansamos de decirlo. Y lo repetimos los días posteriores al recital.
Pero la depresión post-concierto nos está pegando fuerte. Vemos videos, vemos fotos, y nos acordamos. Deseamos ahora más que nunca tener una máquina del tiempo para revivir todo de nuevo, realmente queremos hacerlo. Queremos, pero sabemos que no podemos. Nos deprime saber que ya pasó, que ya no tenemos nada que esperar y volver locos a los demás, pero nos alegra saber que nosotros estuvimos ahí, entre todos esos locos gritones viendo a ese músico o a esa banda que tanto nos gusta, esa/s persona/s que nos trae un poquitito de alegría a nuestra vida con su música.
… Y esperaremos hasta el próximo anuncio de fechas del tour, para vivir todo nuevamente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)